Exposiciones

Aunque decenas de siglos los separen, hay algo en los cuadros de Bororo que evoca no sólo la pintura paleolítica, sino también los costumbristas frescos faraónicos. No obstante, ambos multitudinarios y movidos relatos se convierten, en manos del chileno, en comentarios irónicos alrededor de diversos acontecimientos -si no importantes, pomposos- de nuestra época. Su sentido de lo caricaturesco hasta alcanza a tornarse corrosivo. Otros ingredientes capitales de la elocuente verba de siempre del artista son la composición y el marcado claroscuro derivados de la fotografía, los asomos de la imaginería y de los vértigos espaciales de Matta y, desde luego, los modelos de la historieta cómica y del graffiti improvisado.

WALDEMAR SOMMER